viernes, 28 de mayo de 2010

Se busca: vida

Siempre quise tener un blog para contar cosas de mi vida, opiniones, en fin, cualquier boludez que se me vienese a la cabeza y tuviese una forma mínimamente divertida (al menos para mí) de contarla. Creo que vengo en decadencia en este aspecto.

No es que la falta de mantenimiento de este blog sea causa directa de lo que viene a continuación, pero sí puede ser una consecuencia. Cuando uno empieza a trabajar mientras estudia, se da cuenta de que tendríamos que vivir en Marte, como mínimo, para que el día tuviera más horas. Por supuesto, esas horas extra serían para no hacer nada que requiera un impulso eléctrico neuronal, como dormir, comer y cualquier otra actividad del rubro. Lo que comienza entonces es un proceso arduo de optimización del tiempo. No del tiempo libre, sino del tiempo en general. Uno aprende a combinar aspectos de la vida que cree que deben estar separados, como mantener un blog y trabajar. Este tipo de optimización se puede ver también en la facultad: todo trabajo que hay que hacer se hace en el menor tiempo posible. Si está mal, no importa, se corrige otro día, en un tiempo todavía menor al que se tardó en hacer por primera vez. Este proceso puede llevar a una crisis nerviosa para cualquier mortal que lo intente. Si el mortal en cuestión está pasando lo recién descripto, no va a tener una crisis por una simple razón: no tiene tiempo para tenerla. Está tan absorto en su submundo de responsabilidades que no ve siquiera la necesidad de caer ante la situación, por la falta de tiempo que necesitaría dedicarle a la misma.

Es por esto que cambiar es difícil. Una vez establecido el régimen doble, se debe mantener casi a rajatabla. Si dudan de esto último, traten de encontrarse con alguien que haya llevado esa doble vida y la haya dejado poco tiempo atrás. Se va a sentir un inútil. No es que lo sea, es que llevó mucho tiempo ocupado como para haber podido procesar todo lo que le ocurría. Apenas tuvo tiempo para eso, ya era demasiado tarde: los analgésicos no alcanzan, los sedantes no surten el efecto buscado y la vida te parece una mierda. Ahogado en café y Rivotril buscás una solución rápida, mientras tu ahora vacía mente no puede comprender lo simple de la situación: tenés que bajar un cambio. Como no lo bajaste nunca antes, te parece raro tener que pasar de quinta a cuarta cuando estás yendo a 4000 rpm. Por supuesto, es una locura hacerlo y podés fundir el motor. La cabeza, por el contrario, funciona de una manera más eficiente que un motor de auto: si la chocás, no hay que ir al mecánico. Te duele un rato y listo. Para eso están las aspirinas. La joda es que si te pasa algo serio, no podés ir al mecánico, dejarla un rato y volver al mes, cuando recién se hayan dado cuenta de que para ver los problemas del auto, tienen que levantar el capot.

Es por todo esto que hago pública mi necesidad de encontrar otra vida, una en la que pueda ir más despacio, donde el paso del tiempo lo note antes de que sea viernes a la noche. En su defecto, una caja de Valium será bien recibida. Recompensa: pancho y gaseosa.

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