Varios posts anteriores, y otros nunca publicados, daban una versión (para nada errada) de lo que era como persona: una calculadora humana. No hablo solamente de hacer cuentas, sino de estar atento todo el tiempo, cada segundo, para encontrar cualquier tipo de error (siempre ajeno) para poder destacar. A pesar de tener una clara idea de no saber nada sobre la vida, mostraba siempre una visión propia que siempre cerraba y carecía de huecos lógicos (más allá de estar de acuerdo o no con mi punto de vista, el razonamiento parecía intachable). Pues bien, hoy en día rechazo totalmente esa forma de ver la vida (o, justamente, de no verla). Para quebrar definitivamente con ese modelo, lo digo en criollo: me dejo de romper las pelotas. Sinceramente, me parece que explayarme y dar detalles de todo lo que está pasando en el momento que escribo estas cosas, y todo lo que empiezo a procesar (no a darme cuenta, eso por suerte ya lo hice), es sumamente al pedo, en cuanto a que a nadie le interesa eso, y contarlo solamente aburre más.
Por eso me parece que es mejor que este post dure lo mínimo indispensable, quizás incluso las palabras más importante que dije y que voy a volver a repetir; porque repetir no es solamente volver a decir algo, o al menos no debería serlo, sino es agregar ese énfasis que hace falta para poder terminar de aprehender algo de una puta vez. Repito, por tanto: me dejo de romper las pelotas.
Lo que ahora vendrá, nadie lo sabe, mucho menos yo, que antes creía saberlo, pero algo es seguro: me dejo de joder.
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