lunes, 2 de marzo de 2015

Ojalá no lo leas

Te vi en otra. Te vi tan parecida en gestos, actitudes, todo; tan igual que me aterré cuando te vi. Pero eras otra. Una otra con tantas cosas en común como cosas distintas, y ambas me atraen. Me atraen y me asustan. No me repelen, pero me generan una incertidumbre sobre qué estoy viviendo y qué estoy disfrutando realmente que no sé para dónde apuntar.

Convivir con tu recuerdo lo comparo con mi viejo: el recuerdo va a permanecer por siempre, y superar algo es aprender a convivir con el dolor.

No debería ser así en este caso. No es como mi viejo. Mi viejo se me murió, se me fue muriendo y era algo irreversible. Nosotros no éramos irreversibles, o tal vez sí, pero terminamos en un curso que nos declaró muertos y terminamos aceptando que eso era mejor que vivir. Terminé aceptando que era mejor morir.

La mayor de las dudas, quizás, es si habrá semejanza en cómo nos recordamos mutuamente. Ambos estamos en otras cosas, viendo a otra gente, pero siempre dudé de qué impresión dejé, qué marca quedó.

Ojalá no puedas contestármelo jamás.

Y aquella en la que te vi me produce cosas tan similares que no quisiera verme decantando en lo mismo. Aunque tengo muchas ganas de eso. Tengo la frialdad para decirme que también tengo que hacer otras cosas, así como tengo un impulso tremendo de ir y ver qué pasa, que no hay que estar tan pendiente de todo, que si quiero lo hago y punto.

Ojalá tenga una respuesta fácil para esto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario