viernes, 8 de marzo de 2013

A la mismísima concha de tu hermana

No entiendo nada. Por un lado quisiera creer que hay cosas que son simple consecuencia de la pelotudez, incapacidad e hijadeputez de algunos, pero hay cosas que me superan. Hoy se me acercó K. Me dijo “vení que te enseño algo”. No entendí. Por un lado, quise creer que escuche “vení que te pregunto algo”, que era una frase más lógica; no porque yo sea un no sé qué y ella una no sé cuánto, pero me costaba creer que ella me estuviese por enseñar algo. Me equivoqué.
Me llevó a dos cubículos del mío, ahí donde está el servidor y otra computadora, que yo conozco de memoria su función pero que nunca usé ni pienso usar. Pensaba. Me sentó y me mostró cómo se usa esa máquina del demonio.
La prende (ella. Yo no lo hice por falta de reflejo y paja). Windows 98. Tachame la doble, ya. Hay imágenes que se nos escapan de la mente apenas las vemos, o que en todo caso las queremos echar nosotros. Me dice que el ícono que hay que usar es este. Ok. Lo abro. Ya me la veía venir. Pero el mini diálogo que siguió me dejó pelotudo:
- Te muestro cómo se hacen, porque en algún momento, cuando yo esté muy ocupada, te voy a pedir que lo hagas. Me dijo C que te enseñe para que me ayudes cuando no pueda hacerlo yo.
Primero, esas no fueron las palabras exactas, pero sí los conceptos básicos. Segundo, no me acuerdo. Sigo pelotudo. Tercero, una bronca y petrificación terribles me estaban surgiendo.
Hice todos los pasos que me decía. Me aclaró cosas que yo ya sabía (ajenas a esto en particular), pero no me importaba. Estaba haciendo todo para que se fuera rápido. Todo lo que me enseñó lo podría haber deducido si me sentaba cinco minutos solo ahí. Todo, salvo una cosita, pero que es algo que no hay que tocar porque es así. Esas tautologías me encantan. Me encantan cuando no tengo ganas de agarrar el monitor y tirarlo por la ventana, o por la cabeza de C.

Panorama general, ajeno a esto:
Si la nota que me tienen que dar hoy es un aprobado (y muy probablemente lo sea), tendré prácticamente el 70% de la carrera aprobada. Además, mis pronósticos (y los de cualquiera) dicen que a más tardar en dos años me estoy recibiendo. Dos años. Cuatro cuatrimestres. Nada. Re poquito tiempo.
Si bien es sabido que un recién recibido “no sabe nada”, justamente por esa razón debe ir aprendiendo lo que pueda en otros lugares ajenos a la facultad. El trabajo es un lugar ideal para esto. Ahí se aplican muchas cosas que se aprenden; otras, no, pero es lógico y no importa ahora.

Mi pregunta es, entonces: ¿POR QUÉ CARAJO TENGO QUE IMPRIMIR YO LAS ETIQUETAS SI ESTOY AHÍ NOMÁS DE RECIBIRME Y MUESTRO TENER TODAS LAS GANAS DE HACER COSAS QUE MEJOREN LA TERRIBLEMENTE MALA ADMINISTRACIÓN QUE HAY DE TODO, ADEMÁS DE QUE MIS CONOCIMIENTOS EN CIERTAS ÁREAS NO SOLAMENTE SON MAYORES QUE LAS DE MUCHOS SINO INCLUSO MAYORES QUE LOS PROPIOS JEFES DE CADA UNA DE ESAS ÁREAS? Y HABLO DE ÁREAS QUE INCLUYEN PLANIFICAR, COORDINAR, TENER DETERMINADAS CONDICIONES Y, ENCIMA, ESTUDIAR UNA CARRERA QUE ME PREPARA PARA TODO ESO.

Bueno, mis posibles soluciones son:
1. No hay interés en que yo aprenda o haga nada en absoluto. No existe esa dedicación para el aprendiz que hay en otros lados, por falta de estructura, voluntad, lo que quieran.
2. Como recién renunció T (que, dicho sea de paso, era un tiro al aire y un cero a la izquierda), alguien tiene que cubrir los baches que dejó. ¿Quién lo puede hacer? Alguien que nunca tenga tarea específica asignada. ¿Por qué no tiene nunca una tarea específica asignada? Ver 1.
3. Existe el interés específico de que yo no aprenda nada en absoluto. Una pelea de tolerancias y aguantes. A ver quién se cansa primero: yo, de no hacer nada; o C, de que yo esté CONSTANTEMENTE al pedo. Esto tendría origen en la lucha por el poder en la empresa: soy uno de los futuros dueños y mi vieja no está interesada; nunca lo estuvo. Ella se abriría de la pelea enseguida; yo, no. Te la peleo hasta el final. Por lo menos POR AHORA. Y en ese “por ahora” es donde está mi debilidad. Una de las tantas.
La realidad es que me importa tres carajos cuál sea la razón, pero sí es cierto que me rompe profundamente las pelotas no tener nada para hacer: para eso, me quedo en mi casa.
Mil veces pensé en irme a la mierda, mandar a todos y a cada uno al carajo y hacer la mía. Sinceramente, me retiene el sueldo. Cobro mucho más de lo que podría cobrar en cualquier pasantía, y eso me vale bastante. Me da mucha autonomía. Ojo, no cobro ninguna fortuna, pero las pasantías se pagan miseria. MISERIA. Entonces estoy obligado a aguantar hasta que tenga con qué plantarme de frente, o irme al carajo.
Debatí seriamente la posibilidad de mandar CV’s por ahí para ver qué onda. El surgimiento de un proyecto interesante en el laburo me hizo cancelarlo. TENER QUE IMPRIMIR ETIQUETAS DE MIERDA ME HACE VOLVER A PENSARLO SERIAMENTE. Aunque sea para tener una idea de qué hay afuera.
Creo que en estos días voy a apurar a que se haga el proyecto este nuevo. No puedo seguir así.

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