martes, 25 de septiembre de 2012

Pensar en TODO

Me siento a escribir, sin saber adónde apunto. Solo sé que hay algo que no me cierra. Insistir en hacer algo que a fin de cuentas no convence, con el argumento de “perdido por perdido”, es algo que cada vez se me complica más. Porque, en realidad, casi que me vi venir esto. Haber venido de una inconmensurable inspiración que me motivaba a hacer cada vez más y me empujaba hacia esa meta con una fuerza inexplicable, para llegar a no saber si en realidad ya pasó el momento, y solamente estoy viviendo del recuerdo, es una sensación horrenda. Por un lado quisiera decir que no es importante cuál es la cuestión, porque total me concierne a mí solamente; cuando en realidad me estoy muriendo de ganas de gritarte “¡nena, me cansé! ¡No te persigo más! A esta altura ya agoté casi todos los cartuchos y no veo razón para seguir intentando verte, cuando del otro lado no me llegan más que incógnitas y no sé qué es lo que querés, así que me aparto porque a mí me hizo muy mal y ahora está dejando de tener ese efecto, con lo cual creo que directamente yo estoy planteándome mi propia incógnita, esa que tanto recibí y que tanto ignoré, porque total no perdía nada intentando. Prefiero que me digas no una vez antes que me pasees mil, porque incluso dándome las vueltas que me diste me sobrecalenté la cabeza pensando qué carajo pasa acá, qué carajo querés, que terminó siendo menos jodido para mí que recibir un ‘mirá, ya no me interesás’, o incluso que me dijeras que estabas haciendo tal o cual cosa con tal o cual persona”.
Y esto que digo no lo termino de decir. Lo escribo. Lo escribo y no sé qué voy a hacer con esto. En realidad tengo esta tricotomía entre decírtelo de frente, mostrarte lo que escribo y directamente no hacer nada. Y el no hacer nada siempre gana, porque mientras me debato qué hacer, estoy justamente no haciendo nada. Y el no hacer nada me lleva a maquinarme aún más, a seguir profundizando esta idiotez que no me lleva a ningún lado, solamente me complica con estupideces. Ni siquiera tengo los huevos de, las veces que te llamé y probablemente siga llamándote, decirte “la próxima vez que te llame, si te invito a salir ¿me vas a decir que sí o preferís que ni lo intente más?” o algo parecido. Porque lo que necesito es cortar por lo sano, y es justamente lo que estoy evitando. Probablemente quedarme con la ilusión de que puede ser que algo pase me gana.
Y justamente ahora es que estoy armándome todo en la cabeza. Una vez escrito, y viendo que me tomó cinco minutos putear todo lo que quise, es que estoy pensando seriamente en llamarte y preguntarte ahora. También tengo la opción del chat, pero no la prefiero, no es espontánea la respuesta. No se notan los amagues a hablar, esos micro instantes en que reacomodás las palabras para que no salgan tan feas, que claramente delatan inseguridad en la respuesta, o parecieran confirmar la peor de las noticias. Y es que justo la peor de las noticias puede no ser la peor. Que me digas que no me querés ver más, que preferís que todo quede acá, que ya fue, puede ser, por un lado, la noticia que no quería confirmar y por la cual me demoré tanto en preguntar. Pero por otro lado puede ser un alivio: confirmo las cosas (para uno u otro caso), puedo comprender en qué estado están. Y ya no necesitaría estar especulando con nada, pensar en qué decir cada vez que te quiero hablar. Probablemente en poco tiempo termine haciendo esto, con una inseguridad fulminante, pero con los huevos más grandes que nunca. Creciditos y todo. Y seguramente tarde en darme crédito por eso, si es que lo hago (hola, inseguridad, no es una sensación como dicen por ahí), pero en definitiva lo tendré que hacer.
Es todo un aprendizaje.
¿Qué me ata a quedarme, a elegir no abandonar?
Estaba tan decidido de que ya estaba hecho, que ya no tenía voluntad para insistir en buscarte cuando vos me eludías inexorablemente. Y ahora veo una foto, nada más que una foto, y me vuelven a brotar las ganas de quedarme. Será que tanto efecto tenés en mí, sin siquiera proponértelo. O que tanto efecto me genero solito. Es posible, pero no me entiendo. Y me agarra de nuevo ansiedad, esperando a que muevas un dedo (ni siquiera hace falta más de uno) y me hables. Porque de llamar ni hablemos (lo dejo en “llamar”; la frase es otra, pero menos que menos). Decirle a alguien que te pone nervioso que te llame implica una de dos cosas: o estás insinuando que no querés que te llame más, y preferiblemente ni te contacte; o también te mueve algo y el llamado te pone en vergüenza, de esa que te pone coloradito. A mí, que me digan eso, y más aún por la forma en que me lo dijiste, me dio a entender lo segundo. No sé si malinterpreté eso, o si hay más cosas, pero la sucesión cosa buena – cosa mala no me hace gracia. Más aún, me perjudica. Y encima darme cuenta de esto es lo que más me jode.
Dicen que el loco es loco porque no puede concebir como anormal su locura. Yo estoy absolutamente al revés: soy perfectamente consciente. Dicho sea de paso, digo la paradoja “yo soy flor de loco” para divertirme con esto. Volviendo un poco, darme cuenta de lo mal que me hace este ir y venir sin terminar de venir, y de mi situación en esto, es lo que me hace parar y decir “carajo, esto no me gusta”. Y vuelvo a ver tu foto, como un pelotudo que le gustan los látigos prendidos fuego y llenos de pinches, mientras come un yogur vencido con toda la nata encima. Y lo peor es que me relajo. Me relajo y espero. Y vuelvo a esperar a que me mandes algo, alguna señal de vida, de interés.
Nada. Carcomerme la cabeza es un título que gané con honores. El problema es que me agoté de carcomerme, y a la vez no quiero dejar de hacerlo. Necesito una patada fuerte, que me saque de donde estoy y me muestre adónde seguir. No tiene sentido seguir escribiendo, pensando, conjeturando. Llego siempre al mismo lugar: la nada. Y vuelvo a hacer un llamado a la solidaridad: péguenme una patada fuerte.

1 comentario:

  1. Pasa. La cuestion no es que nos gusta prolongar el dolor, la cuestion es que no podemos concebir la situación de q nos peguen una patada en el culo y darnos cuenta lo pelotudos que fuimos. Necesitamos creer q aun queda una esperanza.
    Pero ahi aparece la puta incertidumbre para poner a flor de piel el disgusto. Y es ahi cuando queremos deshacernos de la ilusion y nos convencemos de que vamos a cortar por lo sano. Y ahi se muestra el miedo, si asi se puede llamar, y dudamos.
    Tendriamos que dejar de dudar y afrontar las cosas. Pero es dificil escapar de todo esto cuando se trata de algo puramente humano

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